LA VIRGEN BLANCA. UNA HISTORIA DE FE, AMOR Y ESPERANZA.
Muchos de los padres de nuestros alumnos nos dicen que cada vez que entran en el centro perciben una sensación de paz y seguridad que les permite dejar a sus hijos con tranquilidad. Saben que sus hijos están en buenas manos confían en nuestra profesionalidad, pero también saben que hay algo más…
Al atravesar la puerta del centro si giramos la vista a la derecha, allí al fondo veremos encima de su pedestal a la Virgen y a su Niño en brazos, se trata de la Virgen Blanca, la protectora de nuestros niños y niñas, de sus familias y de todos los que compartimos la comunidad del C.I. Parque. Esta imagen es una réplica de la que existe en la Catedral de Toledo y cuyo rasgo más destacado es la marcada sonrisa de la Virgen. Detrás de esta sonrisa se encuentra una hermosa historia de fe, amor y esperanza.
Era Beatriz una fiel devota de la Virgen Blanca de la Catedral toledana, cuya imagen sirvió de divino testigo el día que contrajeron matrimonio y fidelidad para siempre. Esta Virgen se encuentra en el centro del coro de la catedral y se venera desde siempre en Toledo bajo el nombre de Nuestra Señora la Blanca.
Los primeros meses de la pareja transcurrieron felices y alegres, alejados de problemas, miserias y penalidades. Una tarde todo cambió repentinamente, cuando Beatriz anunció a su esposo que sería padre, pero al contrario de lo esperado, observó con estupor que la tristeza asomaba a la cara de su amado, pues este mismo día el Señor de Orgaz le había ordenado comandar parte de sus tropas y marchar a la guerra.
Más resignada que comprensiva ante tanto infortunio repentino, le juró que iría cada día que durara su ausencia a postrarse ante la imagen la Virgen Blanca para que le protegiese en el campo de batalla y cuidase de ella y de su futuro hijo hasta su regreso.
Pasaron largos y angustiosos meses. Nació el primogénito con el nombre de su padre. Ocasionalmente llegaban noticias de los combates pero ninguna referencia a Santiago.
Cada tarde Beatriz y su hijo atravesaban los inmensos y solitarios en ocasiones espacios de la Catedral para postrarse delante de su Virgen pidiendo protección para su amado y una señal de que todo iba bien, que volvería sano y serían felices, pero la intensa devoción de la toledana no conseguía arrancar señal divina alguna que le diera las esperanzas que necesitaba para seguir esperando.
Más de un año transcurrió sin noticia alguna de Santiago. Entre los círculos de la corte toledana nadie esperaba ya la vuelta con vida y algunos propusieron incluso celebrar alguna misa de difuntos por el alma del desdichado.
La presunta viuda se negó, aseguraba que su marido se encontraba bajo la protección de la Virgen Blanca y que regresaría. La familia comenzó a preocuparse, temiendo incluso que perdiera la razón, cuando aumentó el número de visitas diarias a la imagen de la Virgen.
Dos y hasta tres veces al día, cruzaba las naves de la Primada, acompañada del pequeño Santiago, para seguir mostrando su devoción.
Aquel 8 de septiembre, festividad de la Virgen Blanca, hacía año y medio que nadie sabía nada de Santiago. Ese día se sentó junto a su hijo en el primero de los bancos, ante la atenta mirada de todos los asistentes que ya la tomaban por loca.
Pero mediada la ceremonia algo ocurrió. La gente se dio cuenta que Doña Beatriz, con la cara iluminada de felicidad, era rodeada de una especie de luz que la destacaba sobre el resto. Cuando los demás asistentes buscaron la fuente de la luz comprobaron cómo la imagen de la Virgen Blanca ladeaba la cabeza y sonreía abiertamente ¡la Virgen se ríe, la Virgen se ríe!, clamaron los más asustados.
En ese momento, un ruido de espuelas sacó de su asombro y curiosidad a los que allí se encontraban y al volver la cabeza vieron a un Santiago Galán casi irreconocible, con una larga barba, ropa raída y signos de haber pasado mucha hambre.
Los esposos se abrazaron en medio de la ceremonia y Santiago conoció allí a su hijo, ante la Virgen que le había protegido durante casi dos años de batallas y cautiverios.
Ahora ya sabéis cual es el motivo de esa tranquilidad, os invitamos a que en vuestra próxima visita os acerquéis a la Virgen y disfrutéis de su sonrisa y si sentis que necesitáis fe, amor o esperanza, no lo dudéis, pedirle ayuda que ella os oye.
C.I. Parque